La vio entrar en el local a través del cristal de la copa de
vino que estaba oreando. Y la dejó flotando ante sus ojos, entre olas de uva
fermentada que parecían arrastrarla decididamente hacia él.
Al filo de la copa, ella se aferró a otros brazos.
Él cerro los ojos.
Un aroma lejano a roble y cerezas cobró cuerpo de mujer
cuando el vino le humedeció los labios.
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